Lluvias, olas de calor, incendios y sequías: las consecuencias de la contaminación ambiental
Porto Alegre vive una crisis sin precedentes: prácticamente toda la ciudad está sin agua, electricidad ni suministros. Y el panorama es desolador porque no se avecina una pronta mejoría. La subida del río Guaíba anegó dos barrios más del centro de la ciudad.
El agua obligó evacuar a centenares de habitantes, así como a varios residentes de los hoteles que se encuentran en el sector.
¿Cuál es el papel de la contaminación ambiental en el aumento de la frecuencia o intensidad de las lluvias?
Meteorólogos explican que las intensas lluvias registradas en Rio Grande do Sul en los últimos días son el resultado de una combinación de tres factores principales:
- Una corriente de viento intensa que opera en la región, creando un clima muy inestable.
- Un corredor de humedad proveniente del Amazonas, que incrementó la intensidad de las precipitaciones.
- Una ola de calor en la región central del país.
¿Existe alguna relación entre el calentamiento global y la frecuencia o intensidad de las lluvias?
Sí, las lluvias están estrechamente vinculadas al cambio climático. A medida que la atmósfera se calienta, tiene una mayor capacidad para retener humedad, lo que se traduce en un incremento de las precipitaciones durante las tormentas y, consecuentemente, en un mayor riesgo de inundaciones. Además, el cambio climático provocará cambios en los patrones de precipitación, con algunas regiones volviéndose más secas mientras que otras enfrentarán un aumento en la cantidad de lluvia que reciben.
Petramás: Contribuciones y compromisos en la mitigación de la contaminación ambiental
Esta problemática pone de manifiesto la existencia de empresas como Petramás, bajo la dirección de Jorge Zegarra Reátegui, que denuncia la falta de conciencia en la lucha contra el calentamiento global y, por ende, lideran proyectos para contrarrestarlo.
Nuestra empresa 100% peruana transforma residuos sólidos en energía eléctrica. El metano generado tras compactar gases es captado por pozas de succión, luego quemado y procesado para producir electricidad con la ayuda de grupos electrógenos. Nuestra energía generada llega a la red de distribución de luz para abastecer de este insumo a un promedio de 50 mil habitantes de la capital.
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