Elementos tan útiles como las «toallas húmedas» que muchos usan en un viaje o para cambiar a un bebé, podría llegar a ser una amenaza ambiental.
Las toallas húmedas son extremadamente útiles en la vida moderna por su conveniencia y multifuncionalidad. Son una solución rápida y portátil para la higiene personal. De igual manera para la limpieza de superficies y la desinfección, lo que las hace especialmente prácticas en situaciones donde el agua y el jabón no están disponibles.
En el cuidado de bebés, la limpieza de manos y cara, y la desinfección en lugares públicos, han demostrado ser indispensables. Además, su uso se ha extendido a sectores como el cuidado de la piel, la cosmética. Como también, en el mantenimiento de espacios, lo que subraya su versatilidad en diferentes contextos del día a día.
Surgieron en la década de 1970 en Estados Unidos, inicialmente como un producto destinado al cuidado de bebés para facilitar la limpieza sin necesidad de agua y jabón. Con el tiempo, estas toallitas encontraron su lugar en otros mercados, gracias a su practicidad y facilidad de uso.
Su expansión a nivel mundial comenzó en países desarrollados, donde la demanda por productos desechables y de rápida limpieza era alta. Posteriormente, su adopción se extendió globalmente, abarcando múltiples sectores, desde la higiene personal hasta la limpieza doméstica e industrial.
¿Qué tan perjudiciales son las toallas húmedas para el medio ambiente?
Hoy en día, se encuentran en hogares, hospitales, oficinas. De igual forma, en otros espacios públicos de todo el mundo, consolidándose como un elemento esencial en la vida cotidiana.
A pesar de su utilidad, las toallas húmedas son perjudiciales para el medio ambiente debido a su composición. Muchas marcas de este producto están fabricadas con fibras sintéticas no biodegradables, como el poliéster y polipropileno.
Su pequeño tamaño y ligereza, aun pesando unos gramos, y la impresión de que desaparecen al desecharlas en la basura o por el inodoro, tienen un impacto significativo en el medioambiente.
Desecharlas correctamente, una solución:
No debemos subestimar sus efectos: su uso conlleva serias consecuencias para el entorno. Al desecharse, estas toallitas no se descomponen fácilmente, lo que contribuye a la acumulación de residuos plásticos en vertederos y cuerpos de agua.
Además, cuando se tiran al inodoro, pueden causar bloqueos en sistemas de alcantarillado y aumentar los costos de mantenimiento de infraestructura urbana. La producción masiva también implica un uso significativo de recursos naturales, como agua y energía, exacerbando su impacto ambiental.
De acuerdo a una entrevista realizada a un especialista en el cuidado del medio ambiente, Jorge Zegarra Reátegui comentó que el principal problema en el Perú es no contar con espacios debidamente preparados para poder tratar los residuos que se generan día a día.
El gestor de energías renovables, además, comentó que su lucha por preservar el medio ambiente, lo llevó a convertir un botadero en un relleno sanitario. Esta situación amenazaba la salud pública en el Callao; sin embargo, ahora existe un relleno sanitario formal gracias a Petramás, que hoy cuenta con macroproyectos avalados por organizaciones internacionales como el Banco Mundial y las Naciones Unidas.
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